Además de generar cerca del 50% de la producción pesquera a nivel mundial, la acuicultura da empleo a alrededor de 25 millones de personas, principalmente en Asia (95%), con menos del 25% de representación femenina. En México, país con un enorme potencial acuícola, esta actividad se practica en entidades federativas con y sin litoral, empleando a cerca de 100,000 personas, que trabajan en el cultivo de más de sesenta especies de peces, crustáceos, algas, anfibios y moluscos. Sin embargo, solo el 15% de las personas empleadas son mujeres, que pese a haber aumentado su participación, desde la producción hasta la comercialización, siguen manteniendo condiciones de desigualdad, destacando la diferencia de sueldos, el reconocimiento insuficiente de su contribución al sector y la violencia de género.
Se reconoce el valor de su participación en la cadena de valor, en temas de provisión de insumos, extracción y cultivo, procesamiento primario y secundario, así como en la comercialización de especies como la tilapia, la carpa, la trucha arcoíris, el bagre y postlarvas de camarón. Sin embargo, aunque su inclusión al sector se ha incrementado, enfrenta importantes desafíos, requiriéndose mayores esfuerzos en capacitación, acceso a recursos financieros y tecnológicos y promoción de la igualdad en el mercado.
En ese sentido destaca que, además del desempeño de las mujeres en las comunidades rurales, su participación tiene un impacto importante en el desarrollo y conducción de proyectos de investigación, en la formación de recursos y en la capacitación en el área acuícola. En diversas Universidades y Centros de Investigación del país, destaca el liderazgo de académicas contribuyendo a mejorar técnicas y condiciones de cultivo de especies de bivalvos, peces marinos, camarón, tilapia, peces de ornato, entre otras, fortaleciendo e impulsando de forma holística este sector, para contribuir a la salud y la seguridad alimentaria a nivel mundial.
Al respecto, la FAO y el Banco Mundial, consideran a la acuicultura como una estrategia de supervivencia y fuente de ingresos de muchas familias y desde el 2020 su producción es similar a la de la pesca. Aunque la producción pesquera en los océanos ha sido un pilar de la alimentación mundial, realizada primordialmente por hombres, debe entenderse que se ha llegado al límite en muchos casos, siendo la alternativa, la producción acuícola controlada, en la que se hace imprescindible la participación de las mujeres, para garantizar el abasto sostenido de productos pesqueros.