Incrementos en las salinidades y temperaturas en 2015, provocadas por el fenómeno de El Niño, intensificaron la incidencia de enfermedades bacterianas propias de la época seca como la vibriosis y el NHP, ambas endémicas en la zona. Cuando el incremento de la mortalidad es temprano, la mayoría de los productores nacionales optan por continuar el cultivo con los animales sobrevivientes esperando un crecimiento compensatorio y mayores ingresos por talla de cosecha . Se analizó esa hipótesis al evaluar el efecto de ambas enfermedades sobre los rendimientos de producción del camarón marino Litopenaeus vannamei cultivado en estanques en el Golfo de Nicoya, Costa Rica. Se utilizaron dos sistemas de cultivo: tres ciclos cortos (CC) al año en fincas con baja incidencia de enfermedades y dos ciclos largos (CL) al año en las fincas más afectadas con episodios de altas mortalidades.
Las lecturas mensuales matutinas de la temperatura y salinidad durante 2013, 2014 y 2015 se presentan en la figura 1 . Estas demuestran que el 2015 puede ser catalogado como un año de sequía en la provincia de Guanacaste, Costa Rica.
Los rendimientos de producción en las fincas afectadas por enfermedades se redujeron a pesar de los esfuerzos por llevar los camarones a tallas más grandes con el fin de tratar de compensar la biomasa perdida . Esto se demuestra por medio de la TOC (tasa óptima de cultivo) (0,6 y 0,3) y la biomasa (kg) por millar de pos t larvas (9,8 ± 0,9 y 7,2 ± 0,1) en los 3 CC y 2 CL, respectivamente.
La caída en la sobrevivencia fue muy drástica (63.1 ± 3.2% en 3 CC y 35.3 ± 3.2% en 2 CL ) y el aumento en peso (% aumento en peso/día) fue nulo (Fig . 2) como para lograr esa compensación. Además, al reducir el número de ciclos al año, la productividad se redujo prácticamente a la mitad en 2 CL (1434 kg/ha*año) con respecto a 3 CC (2823 kg/ha*año).
No se encontró un beneficio en la productividad al mantener los cultivos para lograr tallas más grandes con los sobrevivientes luego de eventos de mortalidad severas.